Durante la segunda quincena de junio se inició, como todos los años, el relevamiento de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires de pre-siembra de girasol para evaluar la intención para el ciclo 2025/26.

Los resultados preliminares indican una clara tendencia a recuperar el área que se ha ido retrayendo en los núcleos girasoleros del centro-norte del país desde la campaña 2018/19 debido fundamentalmente a la falta de humedad superficial durante la ventana de siembra, y también un mayor interés de los productores en sostener la siembra de girasol en provincias como Córdoba y San Luis, basada en los buenos resultados obtenidos en el último ciclo.

Sin embargo, se mantiene la incógnita respecto a las zonas del sur del área agrícola, fuertemente girasoleras, que reflejan una elevada incertidumbre no solo en lo que refiere a la rentabilidad sino a lo que suceda en términos climáticos y el consecuente impacto en la posibilidad de avanzar con las labores.

En este contexto, se proyecta un área nacional destinada a girasol de 2,6 millones de hectáreas, superando al ciclo previo en un 18,2 por ciento, y ubicándose 30 puntos por encima del promedio de los últimos cinco ciclos.

De consolidarse, esta superficie sería la segunda más alta de la serie PAS. No obstante, esta proyección podría modificarse, ligada a la evolución de las variables tanto climáticas como económicas durante la ventana de siembra. 

Análisis regional

Durante las últimas siete campañas, las zonas girasoleras del centro y norte del área agrícola -principalmente el NEA y el Centro-Norte de Santa Fe- han registrado una pérdida sostenida de superficie sembrada, condicionada por la falta de agua en los perfiles y, en menor medida, por ventajas comparativas que ofrecieron otros cultivos en términos de rentabilidad.

Para el ciclo 2025/26, se releva una intención de siembra creciente por parte de los productores de estas regiones, con el objetivo de recuperar parte del área históricamente destinada al girasol. Este renovado interés está impulsado, no solo por la elevada productividad que alcanzó la oleaginosa en el ciclo anterior, sino también por un escenario climático que, si bien aún plantea incertidumbres, podría permitir una recuperación parcial de los perfiles hídricos durante el invierno, asegurando un buen desempeño de este cultivo, previo a la siembra de los estivales.

Asimismo, la sucesión de años secos impulsó el incremento del área de girasol en sectores del oeste del área agrícola, particularmente en Córdoba y San Luis. Si bien el aporte de estas zonas al total nacional es relativamente bajo, en el último ciclo registraron una elevada productividad del cultivo, que se destaca por su mejor desempeño frente a condiciones de baja humedad en comparación con otras alternativas.

Sin embargo, en la presente campaña, la mejora en las reservas hídricas inclina las decisiones de siembra hacia cultivos con mayor rentabilidad potencial, que luego de varios ciclos atravesados por adversidades bióticas y abióticas, tendrían ahora la oportunidad de recuperar superficie. En este contexto, se espera que el girasol mantenga un nivel de área implantada similar al del ciclo anterior.

Mientras tanto, en el sur del área agrícola (provincias de Buenos Aires y La Pampa), hay incertidumbre sobre lo que sucederá con la siembra de la oleaginosa. Tras los buenos resultados logrados en el ciclo previo, y como consecuencia de la imposibilidad de sembrar trigo en sectores afectados por excesos hídricos, productores aseguran que destinarán las hectáreas resignadas a girasol. No obstante, dado que en estas regiones la ventana de siembra se abre en el mes de octubre, la superficie se terminará de definir en el transcurso de las próximas 8 semanas.

En términos económicos, la relación insumo-producto (I-P) ha registrado una leve mejora en algunos insumos respecto al ciclo anterior, aunque se destaca un incremento en el costo de la semilla. En comparación con el promedio de las últimas cinco campañas, la relación I-P sigue siendo menos favorable; aunque el girasol continúa posicionándose como una alternativa competitiva frente a otros cultivos. No obstante, la evolución de su precio y costo durante la ventana de siembra puede modificar la intención final de siembra.

Perspectivas climáticas

El otoño 2025 presentó un comportamiento climático irregular, con un marcado retraso en la transición estacional. Durante buena parte de la estación, se mantuvieron condiciones cálidas y húmedas, favoreciendo la recarga de humedad en los perfiles de suelo en gran parte del área agrícola.

Esta situación provocó demoras en la cosecha de cultivos de verano, pero resultó beneficiosa para las reservas hídricas de cara al inicio de la campaña 2025/26, aunque en algunos casos resultaron en excesos hídricos que impidieron la siembra de fina.

Hacia fines de mayo y durante junio, la irrupción de masas de aire polar provocó un cambio abrupto en las condiciones, con descenso térmico y heladas intensas que contribuyen al control natural de enfermedades y plagas, mejorando las perspectivas sanitarias para el ciclo. Pese a su irregularidad, el otoño dejó un balance climático general positivo, con buena oferta hídrica inicial.

El invierno 2025 estará caracterizado por un fuerte contraste entre dos sistemas de circulación atmosférica que dará lugar a una elevada variabilidad espacial y temporal en las condiciones meteorológicas.

El escenario climático se caracterizará por la persistencia de precipitaciones escasas en el oeste del NOA y en el centro-oeste de la Región Pampeana, mientras que el este del NOA, NEA, la Región Pampeana, y el centro y sur de la Mesopotamia comenzarán a recibir aportes de humedad tropical, con registros de lluvias que irán de moderados a abundantes.

En paralelo, el ingreso de aire polar favorecerá la ocurrencia de heladas de variada intensidad en gran parte del área agrícola, que contribuirían al control natural de plagas y enfermedades.

Durante la primavera, se espera una transición hacia una circulación tropical más activa y una progresiva disminución de los vientos polares, otorgando mayor equilibrio al comportamiento climático. Sin embargo, podrían registrarse irrupciones de frío tardías con riesgo de heladas en el sudoeste de la Región Pampeana.

Las precipitaciones tenderán a generalizarse hacia el oeste, reduciendo la franja con lluvias escasas a sectores del oeste del NOA y el extremo sudoeste pampeano. En contraste, en gradiente de oeste a este, el resto del NOA, NEA, Región Pampeana y sur de la Mesopotamia recibirán lluvias de moderadas a abundantes.

A pesar del posible efecto reductor de las heladas invernales sobre plagas y enfermedades, las condiciones de humedad y temperatura favorecerán ataques tempranos, por lo que será clave un monitoreo sanitario intensivo. Además, se prevé riesgo de calores intensos hacia fin de estación, especialmente en NOA y NEA, con posibilidad de un lapso seco y muy caluroso entre finales de primavera e inicios de verano.

Finalmente, durante el verano 2026, el calentamiento del Pacífico Ecuatorial alcanzará su máximo, generando un evento entre un “Neutral Cálido” y un “El Niño Débil”. Esto provocará precipitaciones dentro del rango normal en la mayor parte del área agrícola, aunque con riesgo de excesos en su porción norte. La entrada tardía de vientos polares podría sostener focos secos sobre zonas del oeste y sudoeste. Persistirá el riesgo de un lapso seco y caluroso que podría afectar al cultivo fundamentalmente en el sur del área agrícola donde se encontraría transitando etapas críticas. 

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