El Simposio Fertilidad, en su decimoséptima edición, se consolida como un espacio bienal fundamental en Rosario para discutir el estado actual y futuro de los suelos argentinos.

Fernando García, uno de los oradores, destacó la propuesta constante del evento: analizar qué se está haciendo y qué debería hacerse para mejorar la salud del suelo, con una visión a largo plazo.

Al evaluar el progreso desde la edición de 2023, García señaló que, si bien se ha «roto la inercia» en cuanto a la adopción de prácticas y tecnologías en los dos años transcurridos desde el último Simposio (dos campañas, algunas de ellas difíciles como la sequía 22/23), la velocidad del cambio no es suficiente y se necesita acelerar un poco más.

Remarcó que los simposios buscan brindar a productores y asesores las herramientas y la información científico-tecnológica disponible para enfrentar las coyunturas, y que muchas herramientas han evolucionado y se han aplicado a lo largo de los 26 años de historia del evento.

Un concepto central para mejorar la salud del suelo es «usar más de esa información», lo que implica no solo conocerla, sino evaluarla en cada lote y ambiente particular, e incluso probarla en lotes demostrativos. Esta tecnología está probada científicamente.

García recordó la evolución desde el primer Simposio en 1999, centrado en la fertilización de soja en un momento en que se fertilizaba menos del 5% de los lotes, a pesar de que INTA, universidades y grupos de investigación ya contaban con información sobre la rentabilidad de manejar la nutrición.

El evento pone el foco en discutir el enorme caudal de conocimiento científico disponible, que debe seguir siendo sostenido por instituciones como INTA, universidades, Conicet y grupos CREA. Se hizo hincapié en la necesidad de un mayor diálogo e interacción entre productores, asesores, investigadores y la industria. La industria del fertilizante, a través de Fertilizar que organiza el simposio, demuestra su decisión de apoyar esta iniciativa.

García fue enfático: «sin nutrientes no hay rendimiento, no hay desarrollo». Abordó la problemática de las brechas de rendimiento en Argentina, que se ubican generalmente entre el 30 y el 40 por ciento según el cultivo y la zona. Si bien se consideran brechas medias para agriculturas en desarrollo, mejorar la nutrición representa la mayor oportunidad para achicar estas brechas de forma más rápida. Mencionó la «Declaración de Buenos Aires», donde universidades de todo el mundo mostraron cómo la nutrición puede reducir estas brechas. La red de nutrición del CREA Sur de Santa Fe, con 25 años de trayectoria, ha documentado respuestas en rendimiento de hasta el 150% con manejo balanceado de nutrición en la región pampeana central, comparado con no manejar nutrientes.

La salud humana

Por primera vez, el programa del simposio incluyó la importancia de la salud del suelo en la salud humana, una temática central para la edición 2025 impulsada por María Fernanda González San Juan, de Fertilizar. La conexión es lógica: los nutrientes del suelo pasan a los cultivos, a los granos o forrajes, luego a los animales y finalmente a los alimentos que consumimos los humanos. Un suelo bien nutrido resulta en alimentos que cubren las necesidades nutricionales de la población. Es hora de unir estos conceptos y no enfocarse solo en la cantidad, sino también en la calidad de los alimentos.

Se presentaron ejemplos globales y locales de este vínculo. El caso «bandera» a nivel mundial es Turquía y el zinc, donde el manejo del zinc en suelos pobres llevó a granos con mejor contenido de este nutriente y una marcada disminución de enfermedades relacionadas con su deficiencia, especialmente en niños. Argentina también enfrenta esta situación, con muchos suelos pobres en zinc, inicialmente identificados a principios de los 2000 en el sur de Córdoba (zona de Río Cuarto). Actualmente, este problema se ha expandido a muchísimas zonas, incluyendo partes de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires. El análisis de suelo es la herramienta clave para detectarlo.

Finalmente, se reconoció la contribución de la fertilización al notable incremento productivo del campo argentino. El consumo de fertilizantes aumentó de aproximadamente 1 millón de toneladas en 1999 a 5 millones de toneladas en la actualidad. Se destacó que este logro fue posible gracias a la asociación y colaboración entre todos los sectores, incluyendo los grupos de productores y profesionales.

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